No soy muy fan de las series españolas. No me agradan nada las comedias chusqueras que tanto gustan por estos lares, menos aún algunos engendros televisivos como El Internado o El Barco. No es manía persecutoria, es simplemente que no entiendo el tipo de "argumento" que nos ofrecen las cadenas sin descanso. No veo demasiadas ganas por ofrecer nada diferente a lo que llevamos tragando desde hace demasiados años.
El ejemplo más evidente de lo que aquí pasa por ser ficción "de calidad" es ese extraño fenómeno llamado El Barco. Se trata de una serie con una base argumental que podría resultar interesante si no fuera porque todo lo demás es un desastre, un gran bluff en el que importa mucho más dar que hablar que contar una historia decente. Los lugares comunes son tantos y están mal contados que casi abruman, hay situaciones limites cada 5 minutos, los actores (adolescentes "hot", claro) enseñan canilla a la menor oportunidad... Un enorme despliegue de fuegos artificiales que hacen demasiado ruido.
Cada episodio de El Barco es como un viaje hacía lo imposible, un ejercicio de "sube y baja" en el que se propone el apocalipsis final como si fuera lo más normal del mundo. Golpe de efecto tras golpe de efecto, el espectador sólo puede acabar KO por aclamación o enganchado sin remedio ante tal despliegue. Efectismo televisivo que muchas veces (la mayoría), acaba reñido con la coherencia interna de las tramas.
Series como esta me recuerdan a Perdidos, ese gran fenómeno televisivo que mantuvo a millones de personas en vilo durante años con una receta muy similar a la que ahora copian muchos productos actuales: una suceción de escenarios y situaciones sin pies ni cabeza pero contadas de tal manera que acaban por "secuestrar" al espectador. Un gran "show" que ofrece lo que la gente quiere ver al precio que sea.
Los guionistas de estas series queman casi todos los barcos en los primeros episodios. En ellos nos ofrecen todo lo que vamos a ver a lo largo de toda la temporada (en todas ellas), intentando desesperadamente convertir cada entrega en una especie de "final de fiesta" a lo grande. El previsible resultado de esta incontinencia es que, pasadas unas semanas, se han agotado las sorpresas y sólo queda meter con calzador argumentos y personajes nuevos, aunque no aporten absolutamente nada y sólo destrocen lo poco que queda de bueno en la serie.
No hablemos de los protagonistas... Falsos, planos, inmaduros y muchas veces absurdos. Los pocos buenos que hay están muy mal aprovechados y desarrollados. Así lo que nos queda suelen ser adolescentes guapetes que enseñan pechamen, profesores adictos al sexo, héroes de pacotilla, marujas malhabladas o tontos del culo que hacen gracia con un estilo de hacer comedia que me suena muy burdo y ramplón.
No digo que no haya series española que merezca, pero se cuentan con los dedos de la mano. Desafortunadamente hay mucha más que no superan el nivel y que han apostado mucho más por la cantidad que por la calidad.