"SONS OF ANARCHY" (4ª TEMPORADA)

Trama: la precaria estabilidad de los Sons empeora cuando Clay toma la decisión de entrar en el negocio de las drogas, asunto que asquea a la mayoría de los miembros del grupo. La avaricia del personaje pone en serio peligro al resto de la banda y los tratos con los cárteles mejicanos no tardarán en generar un sinfín de problemas.

Por su parte, Jax está decidido a abandonar la vida criminal. Su idea es sacar a sus amigos del negocio de las drogas y dejar el club en las mejores manos posibles. Su decisión es firme, pero tendrá que superar no pocos obstáculos...

Comentario: Esta 4ª Temporada de Sons se caracteriza por la continuidad con respecto a las anteriores, manteniendo intactas las señas de identidad de la serie. La diferencia reside en que esta entrega se presenta como la primera parte del desenlace de la historia, final cercano y que llegará, a buen seguro, en la 5ª temporada.

Puestas todas las cartas sobre la mesa, los guionistas nos ofrecen el lento pero seguro desmembramiento de la banda. Todas las mentiras del pasado salen a relucir y Clay inicia su particular huida hacia adelante, dejando tras de sí un rastro de podredumbre y de muerte. Su final está escrito pero no está por la labor de caer solo.

La avaricia del presidente del club -más amargado y vengativo que nunca- hace que pierda toda su credibilidad, iniciando la descomposición del grupo de amigos. Todos, hasta los más leales, empiezan a dudar de la capacidad de Clay para dirigir la banda hacia el final del túnel...

El cerco policial es más fuerte que nunca y varios miembros del club deciden ayudar a la Justicia. Las propias acciones de los protagonistas les llevan a entrar en un círculo vicioso de traiciones y engaños (algo que ya habíamos visto en The Shield). La moraleja es clara: todos nuestros actos se vuelven contra nosotros tarde o temprano.

Los guiones de la serie siguen estando medidos al milímetro, sin dejar nada a la improvisación. Las tramas se complican cada vez más pero sin llegar a ser empalagosas o excesivamente complejas. El ritmo sigue siendo trepidante desde el minuto uno, sin dejar tiempo para respirar. Hay algunos episodios memorables, otros un poco peores, pero ninguno sobra o es de los llamados de relleno.

Los personajes siguen siendo potentes y creíbles al 100%. Destaca el crecimiento de Jax, convertido en el "líder espiritual" del club. Su cambio es espectacular, asumiendo poco a poco el rol que el destino le tenía reservado (recordemos que es el hijo del fundador de los Sons). Su madurez y la claridad de ideas contrastan con la ingenuidad que destilaba en la primera temporada, en la que aún era un crío con sueños de libertad. La cruda realidad le ha puesto en su sitio, obligándole a asumir que el idealismo de su padre queda muy lejos de la crudeza del mundo en el que vive...

La guerra entre Jax y Clay es total, pero los guionistas no olvidan que son "padre e hijo" y los lazos de sangre tiran mucho. La lucha entre ambos por el poder es implacable, sin obviar las relaciones creadas a lo largo de las décadas (una relación de amor-odio en estado puro).

No puedo olvidar a Jemma, sometida a mil y una presiones. Su obsesión es salvar el mundo que ha conocido toda su vida pero los hechos consumados hacen que tenga que tomar decisiones muy duras para ella y el club. Otro personaje mítico y que no deja de sorprender por su fuerza y sus matices.

El único pero que podemos poner a este 4ª temporada es que se nota que estamos ante 13 episodios de "transición" antes del desenlace de la historia. Eso deja nos deja con la miel en los labios, ansiosos por conocer el desenlace de todas las tramas...

Conociendo a Kurt Sutter ("ideólogo" de la serie) y su enorme trabajo en The Shield, tengo pocas dudas de que el final de Sons será digno y acorde con todo lo visto hasta ahora. Tendremos que esperar todavía un tiempo, pero seguro que merecerá la pena.

En resumen: más acción y suspense que nunca, todo ello rehogado con algunos toques de humor negro que nos ayuda a escapar de tanto drama. Sons sigue siendo fiel a sí misma: no hay tregua.